Casandro y Ángela
Aquél león patrullaba las tierras al atardecer; le encantaba la nocturnidad y descansar durante las horas de luz solar. Caminaba en la tranquilidad de su propia compañía por el dominio del cuerpo emocional.
Casandro escuchó el batir de amplias alas sobre su cabeza y al elevar la vista, una imagen de gran majestad le hizo parar. Ángela brillaba entre el velo crepuscular, mientras descendía para posarse frente a él. El águila solar le alentó a mirar más allá de lo evidente y lo superficial.
Casandro comprendió que había ampliado la perspectiva de su cotidianidad.