La vida no necesita ganarse, porque se trae antes de entrar al plano terrenal.

La luz de la información se mueve entre las concepciones del mundo, según la comprensión de cada cual.

La claridad borra progresivamente el miedo, a través de la serenidad que circula por dentro, para ampliar las formas de pensar; de lo contrario, el miedo resistirá. Reflexionar abre la percepción al mundo que se mira sin temor, desde la responsabilidad y el sentido de oportunidad.

Lo que no vemos existe, aunque no se comprenda desde las ventanas del aprendizaje habitual. Hay una realidad energética que opera tras el tiempo lineal, sosteniendo la percepción de los pensamientos, las emociones y la materialidad. La energía guía hacia la matriz espiritual de cada cual, para llenar de curiosidad la existencia terrenal.