Cuando los paisajes internos te alimentan, reduces la velocidad y disfrutas de contemplar.

La vida se convierte en maestra y las imágenes cobran profundidad, fuerza e intensidad, para transformar las memorias pasadas en experiencias renovadas. Sólo con tu permiso personal, puedes actuar de forma diferente para los mismos sucesos.

Liberas la impronta heredada cuando entiendes desde la profundidad de tus entrañas, que la agresividad necesita la víctima, la culpa el castigo y la crítica la queja, para no cambiar de lugar. Entonces la mente (energía femenina) abandona la lucha de poder y se abre a reinterpretar la realidad, colocándose donde emocionalmente quiere estar y actuándo en consecuencia con ello (energía masculina) .

La atención enfocada en la observación interior, favorece la expansión de la ecología intelectual.

«La fuerza no proviene de la capacidad física sino de la voluntad indomable» Indira Gandhi.