La Textura ArmoniosA
Siempre he querido saber sobre la parte invisible de la realidad.
Su naturaleza se relaciona con el asunto «femenino» que percibo sin diosas, pues vírgenes o no, nunca llamaron mi atención; lo mismo sucede con falda-tacón-escote, que aunque los uso por elección, siento que el aspecto femenino trasciende las modas aplicadas al contexto en cuestión.
Un día consulté a un hombre de mi confianza, si creía que era femenina. Respondió que sí; pregunté por qué. La contestación tocó mi corazón cuando afirmó «te conoces, has integrado la singularidad de tu consciencia y vives en sintonía con ella». Me di cuenta que el conocimiento interior requiere del acto creativo de trabajarse, para aplicar los valores de la consciencia a la rutina diaria.
Ella se reserva en el interior, alejada de lo ambiguo y confuso de las apariencias, para la incorporación evolutiva cuando corresponda a cada cual; se la ha tachado de oscura y peligrosa porque se adquiere sin idealización. La armonía interior no está en el escapismo de la estética happy; tampoco en la tradición que otorga valor al dolor, sino en asumir la responsabilidad de la vida sin infantizar. La seguridad interior te saca de la amenaza por lo que pasará, el conflicto por el qué dirán y la guerra por la razón individual.
La tierra permite un salto evolutivo una vez más, como sucedió con la capacidad de pensar, que hoy es una práctica habitual.
Quiero agradecer a los hombres y mujeres que conozco, porque todos sin excepción, desde sus formas y maneras, me han ayudado a llegar hasta aquí, hoy.