La Sonrisa del SoL
Soñé que estaba en una habitación cerrada a la luz solar. La vida se desarrollaba bajo tierra, por temor a la claridad. Advertí que habitaba en aquél lugar a voluntad. La sociedad subterránea contaba con pasadizos de intensa vida social, cuya agitación y tensión, agotaron mi ganas de querer continuar en ese contexto particular. Quise marchar. Conocía la existencia de ciudades externas. Escuchaba sonidos foráneos, pese al espesor de la estructura del lugar. Percibí una mínima ventana, en la esquina superior de la habitación. Abrí la persiana y unas rejas delataron mi escondite personal. Tras ellas, justo por encima de mi invisibilidad, apareció una calle bañada por luz solar. De imprevisto, una persona apareció, se agachó y exclamó -¡te has decidido a hablar!… espera, voy a llamar a alguien que te va a encantar-. Me quedé inmóvil, sus palabras impactaron mi corazón. Aguardé desde aquel lugar, muy por debajo del mundo de la luz natural. Tras los barrotes apareció una sonrisa cálida: -Hola, me llamo Hugo. Tranquila, también tuve miedo la primera vez-. Desperté con la sensación de un nuevo comienzo.