La palabra latina «deus» significa «ser de luz» o «hecho de materia lumínica».

Esta presencia, eterna e ilimitada, transfiere información desde el elemento principal de su experiencia: la consciencia (expansión de movimiento luminoso, que crea la experiencia de la cotidianidad). La consciencia ocupa el campo «no local» (dentro y fuera del recipiente humano) y colapsa la materia a través de ondas electromagnéticas, que responden a la voluntad de su creatividad, en retroalimentación circular: de denso a sutil y a la inversa.