Los sentidos habituales captan la materia. Otro tipo de sensibilidad, percibe la energía que desprende el mundo material. Hasta aquí nada resulta excepcional, porque sólo con paz interior, accedemos a la extraordinaria comprensión, que nace del equilibrio interior. Cuando la inteligencia (hemisferio izquierdo) y la consciencia (hemisferio derecho), forman una unidad en coherencia, se funciona a prueba de cohesión. La sala de reflexión toma el control, para asimilar o evacuar con libertad, el contenido del día. Desde esa estancia central, el alma va ocupando cada vez más porciones del cuerpo material, hasta que la lógica solar, comienza a implementar, cambios en las formas terrenales de cada cual.