Contaré el sueño de ayer:

escucho el sonido de un teléfono en la distancia. Alguien descuelga, se acerca y dice «es para tí». Camino hacia el lugar donde se encuentra el terminal.

-Hola-

-Hola; cuánto ruido hay ahí…-

-Es que estoy en la oficina; cómo estás mamá-

-Cansada, parece que hay algo más en el cuerpo; he hablado con alguien para que me limpie y dice que lo estoy, pero ahora resulta que el cuerpo no…-

-Mamá, morir es soñar, sólo tienes que soñar-

Al otro lado escucho el hermoso silencio del reconocimiento interior, rescatado del olvido entre ciclos de repetición.