SaBor BermejO
Eran las cinco de la tarde cuando tomé judías para merendar.
La hinchazón estomacal reveló que la comida quedó a la espera de asimilación.
Lejos de opinar si está bien o mal comer judías al atardecer de un día normal, me dedique a observar cómo el cuerpo restauraba la armonía inicial. Emitió la acidez necesaria para disolver la densidad acumulada y un sabor bermejo llegó a las puertas de la garganta.
Contemplé que la información corporal, actúa sin culpar ni victimizar, porque el bienestar íntimo, no se deja domesticar y siempre consigue vaciar el espacio estomacal.